La colegiada María de los Ángeles Ciarelli reflexiona en este artículo sobre el papel del fisioterapeuta en la sociedad actual y destaca que, a pesar de los avances tecnológicos, nada puede reemplazar el diálogo, la comprensión y la espontaneidad estratégica que surge en una terapia entre el profesional y el paciente.

Una profesión con futuro: sentir la fisioterapia

En el siglo XXI, donde el avance de las nuevas tecnologías nos hace mirar y vivir muchos momentos de nuestra vida a través de elementos virtuales, y donde muchas circunstancias y relaciones ocurren a distancia, siento que la fisioterapia -bien entendida- tiene cada vez más cabida y espacio.

No hay máquina que pueda reemplazar la capacidad para valorar determinados síntomas. No hay máquina que reemplace la sensibilidad y precisión de nuestros sentidos a la hora de valorar o tratar a un paciente. Un paciente que busca más, donde la transferencia y contratransferencia ocurren en cada segundo y desde el primer contacto de nuestra atención; donde el contacto directo (visual y manual) nos da una información única e imprescindible en el momento de abordar un tratamiento. ¿Cómo entra, camina, saluda o se sienta nuestro paciente?

No estoy diciendo que los equipos y elementos de todos los ámbitos, bien sea para valorar, bien para tratar, no ayuden; estoy diciendo que son un complemento necesario pero, en ningún caso, único e indispensable. Y menos aún que pueda sustituir lo presencial. Por la simple condición de que somos únicos, con características morfológicas, genéticas y emocionales propias.

Ningún protocolo predeterminado puede dar el mismo resultado o un resultado espectacular si no son tenidas en cuenta todas las variables antes mencionadas. Cada fisioterapeuta, con sus conocimientos, habilidades y actitudes, puede transformar o aportar recursos maravillosos a cada paciente en todos los ámbitos.

Nuestra labor requiere innovarnos, ser creativos y utilizar en el desarrollo de nuestros tratamientos valores humanos para poder entender las circunstancias humanas de nuestro paciente. Circunstancias que, en muchos casos, tienen su manifestación en el cuerpo y alterarán la calidad de vida. Si somos capaces de inspirarnos, cultivarnos, recrear y conectar nuestro trabajo con los datos relevantes recogidos durante la anamnesis seguramente estemos brindando un tratamiento exquisito y diferencial.

En un mundo en el que contamos con todo tipo de tecnologías para desarrollar la mayoría de las tareas que requieren un conocimiento especializado, los humanos quedamos para ser eso, más humanos que nunca. No hay ni habrá maquina o robot que reemplace el diálogo, la comprensión y la espontaneidad estratégica que surge en una terapia.

Fuente: consejosdefisioterapia.org